Obra poética de Lautaro Maciel

Poesía Viva, un punto de encuentro con la Poesía y de salida del Poeta. Un momento de lectura, un espacio de intercambio. Un segundo de libre albedrío para descolocar la apatía que la falta de Poetas produce; un espacio de conexión con un arte nacida de la observación sutil y sensible del mundo que nos rodea. Un punto de reinterpretación.

sábado, 27 de marzo de 2010

El carretel de papel

El carretel de papel
prende el ascua del tiempo
¡Busquen en su propia sombra!
tanto requesueño en puro ultraje
llenan de miedo el miedo al miedo
en el medio de eso subjace el temor de temer;

un súcubo lascivo te mira
te mete mano te mete miedo
el carretel de papel me dio bronca
cantaban las miradas sin ojalillos muertas de vidrio
y se llenó la noche de puertas abiertas.

lunes, 22 de marzo de 2010

Memorias del Insomnio

Tomo un café en la cocina antes de salir a la calle. Desairo el vago impulso de ir a la cama y dormir por días, sólo tengo 5 minutos para perder antes de salir. Miro mi cara en un espejo y me río de mis párpados, laten. Ayer no latían pero ayer mis ojos eran la causa de mi risa, rojos de tanto tiempo sin parpadear por miedo a quedarme dormido.
Sacudo al cabeza y río por no llorar, eso la hice ya anteayer y me aburrío. Quizás hoy vaya al parque Lezama a caminar.
Me acuerdo:hace una semana me latía el bicep con mucha violencia, tardó tres días en parar ¡Tres días! No podía salir a la calle con un pistón en el brazo.
Me empiezo a vestir, últimamente disfruto mucho estar desnudo, me pongo calzoncillo, medias, zapatos, remera, me saco los zapatos y me pongo el pantalón. Salgo descalzo a la calle.
Me divierto en la calle, al principio tenía miedo, pero ahora ya ni veo como laten los edificios, últimamente mi forma de ver el mundo cambió, es líquido.
Pero como decía, salgo a la calle y me acuerdo de que hoy no le dí de comer al duende, porque tengo un duende en el patio, se llama Juan Martín Lozada Castañares, pero no sé si sabe porque nunca me contesta, no es como ésos pájaros del parque que me hablan; pero esos no me caen tan bien como el señor Lozada Castañares. De no ser porque ya estoy en el centro, lo invitaría a almorzar. Igual es un tipo raro porque nunca sale del patio, es decir, nunca entra a la casa.
El que es raro es el chino del Súper, creo que quiere matarme porque traté de seducir a sus botellas, me pareció que tenían frío y quise sacarlas a pasear, pero no me dejó.
Pero bueno, como decía, estoy en el centro aunque iba para el parque, por eso enfilo para la placita de las repúblicas ¡cómo me gusta el Obelisco! Es lo único que se mantivo sólido después del 23 de Agosto.
Busco con la vista un chocolatinero, pero nada, por eso me acerco al quiosco y el quiosquero me mira muy raro.
Por eso salí corriendo, nunca se sabe si esta está o no loco y te ataca.
Llego corriendo a casa y sin saludar a Juan Martín me meto en la cama.
Mis párpados pesan y cada tanto pateo inconcientemente. Me levanto casi de un salto y abro una lata de energizante.
Mientras fumo un cigarrillo y le hablo a Castañares, me tomo mi latita.
Abro los ojos y el living está en llamas. Precipitado llamo a los bomberos. Me voy contra un rincón del patio y trato, en vano, de no respirar el humo. Los bomberos llegan en el acto, entran al living y pasan a través de las llamas ¡No se chamuscan, ni nada!
Me acerco corriendo y agarro de las solapas al bombero mientras le grito que apague el fuego. Me mira sorprendido y sonrie, me agarran entre dos por la espalda y me dan una inyección.
Me despierto con el cigarrillo a medio consumir, lo pito nervioso y al mismo tiempo me seco el sudor frío de la cara. Levanto la vista y veo el living en llamas. Castañares me mira y sonríe. "Está todo bien, pibe, estás alucinando". Me acerco al fuego y me quema el dedo.
Abro los ojos, el cigarrillo me quema los dedos y Castañares no me habla ¡Siempre son pesadillas! Por eso es que no duermo, le tengo miedo, le tengo miedo a dormir.